Rara compañía la de las lagrimas, fuera de nuestro antojo y lejos del control de nuestra mente, suelen mostrar demasiadas cosas, incluso por su ausencia.
¡Como si la plenitud del alma no se desbordase algunas veces en las metáforas más vanas, porque nadie puede dar la exacta medida de sus necesidades, de sus ideas ni de sus dolores, y porque la palabra humana es como un caldero cascado sobre el que tocamos melodías para hacer bailar a los osos, cuando quisiéramos enternecer a las estrellas!
Rara compañía la de las lagrimas, fuera de nuestro antojo y lejos del control de nuestra mente, suelen mostrar demasiadas cosas, incluso por su ausencia.
ResponderEliminarUn abrazo.