MI PACÍFICO



España sí tiene sus antípodas. Pero Barcelona se sale del límite y mi casa no tiene por lugar opuesto mas que el Pacífico. Lo cual, no está del todo mal. Sobre todo considerando que el color azul me gusta. Y los peces, la arena, los tiburones, las profundidades y las perlas; las corrientes, la sal, el huevo frito, la manta y las migraciones; el color verde, los que se devoran, las que se devoran, los cobardes que huyen y las valientes que atacan; la oscuridad y los rayos de Sol que la dignifican, el frío aislamiento y las acaloradas persecuciones; los rojos, el tiempo que pasa y los que no se paran a verlo; los pequeños que acompañan a los grandes, los medianos que se agrupan arbitrariamente y el rey con su tridente mellado; la música, el misterio, los que llevan la casa encima y la vida que late aunque no pienses en ello; las partículas que se evaporizan y las que se vuelven a crear, y el proceso que se requiere para ello; las burbujeantes miradas, los enganchosos labios y las reacciones imprevistas; la coordinación misteriosa entre dos o una misma especie; el mar, decía, lo cual no está del todo mal.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

COMENTARIOS